Niños desobedientes ¿Qué puedo hacer?

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Existen varias formas de oponerse a las peticiones de los adultos, el niño negativista (el que dice que “no” a todo) muestra un oposicionismo activo no agresivo. Muchas veces, el negativismo es una forma segura de llamar y mantener la atención de los otros sobre uno mismo (haga la prueba: en una reunión, exprese su desacuerdo con lo que las demás personas comenten, verá que pronto se convierte usted en el centro de atención).

En muchos casos, pues, los niños desobedientes han aprendido que sólo, se le presta atención cuando rehúsan obedecer, cooperar o estar de acuerdo.

También ha podido aprender a negarse a cooperar y a obedecer las órdenes, porque así obtiene otros privilegios (no realizar tareas que le disgustan, por ejemplo). Algo así es lo que le pasa a Luís 6 años: desde muy pequeño ha aprendido que puede comer sólo lo que le gusta y hacer, casi en todo momento, las cosas que le apetecen.

Se ha dado cuenta de que sólo es cuestión de ser más perseverante en su conducta (negativismo) que los mayores. De este modo, su padre o su madre han aprendido a no servirle espinacas (siempre acababa por tirarlas a la basura, porque, por más que hacía Luis no probaba bocado), y su padre o su madre han dejado de pedirle que haga pequeños recados. Sin embargo, sus progenitores coinciden en que la situación no puede prolongarse. ¿Qué pueden hacer?

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¿Qué hacer cuando el niño desobediente dice no?

En primer lugar, deberán debilitar las respuestas negativas (los “noes” y expresiones de desacuerdo) de Luis. Quizá adviertan que cuando Luis se niega a algo, le prestan mucha atención. En este caso deberán ignorarlas (dejar de prestar atención a estas conductas).

Pero, además, deben debilitar también las conductas no cooperativas. La mejor manera de actuar con un niño desobediente es reforzando las respuestas competitivas (alternativas) de cooperación.

Como Luis nunca ha colaborado, sus padres tendrán que empezar por conductas muy sencillas: por ejemplo, con los platos apilados sobre la mesa, la madre, puede pedirle que coloque su plato en su sitio.

Quizá Luis sólo le eche un vistazo al plato, sin tocarlo, la madre refuerza ese pequeñísimo acercamiento (“Bueno, al menos lo has mirado”, y le da dos o tres almendras). En ocasiones siguientes los padres van reforzando de forma similar las conductas de acercamiento con el niño desobediente (dirigirse a la mesa, tocar el plato, cogerlo, situarlo en el lugar adecuado…)

Dado que se van a dispensar muchas veces los reforzadores, conviene cambiarlos a menudo, para evitar que el niño se aburra o se harte de ellos. También es conveniente que los niños desobedientes puedan acceder a reforzadores “especiales”, que se dispensen a más largo plazo (una tarde en el zoo, o en el cine, etc).

Para obtener este tipo de privilegios, los niños desobedientes pueden acumular puntos que se le dan por cada una de las conductas cooperativas que muestre, así, por ejemplo, una tarde en el zoo puede valer 30 puntos y el niño desobediente puede obtener un punto por cada conducta adecuada.

Poco a poco, el proceso es lento, y, seguramente, al principio, la conducta negativista de Luis se agravará, pero más tarde las conductas cooperativistas de Luis serán más frecuentes y los padres pueden ir retirando el programa (aunque siguen sin prestar atención a las conductas negativistas de Luis).

Fuente :  Larroy García, Cristina: Mi hijo no me obedece. Pirámide.

Consejos para tratar con niños desobedientes

A continuación, vamos a dar una serie de consejos para lidiar con niños desobedientes cuando los tenemos en casa:

  1. Crea un juego: Cuando el niño este relajado, proponle un juego y dile que haga algo, por ejemplo, ‘’recoge tus juguetes’’. Si el niño obedece a la primera dile que se ha ganado un punto y felicítale. En el caso de que el niño no cumpla con la orden, dile que si no lo hace no va a ganar ningún punto, y que una vez que los gane tendrá un premio (algo que le agrade mucho). Si después de este comentario el niño obedece, felicítale, pero no le des ningún punto, tienen que saber hacerlo a la primera.
  2. Construye un comportamiento positivo: Es importante saber reaccionar antes las conductas de  desobediencia, y una forma de hacerlo es convertir las respuestas negativas en positivas, es decir, en vez de regañar al niño por no querer ayudar a recoger la mesa después de comer díselo como una sugerencia, ‘’podrías ayudar a recoger la mesa’’. De esta forme le haremos ver que no le estamos ordenando, sino que queremos que haga algo que no le gusta, pero sin gritarle o enfardarte, solo proponiéndoselo.
  3. Busca momentos para hablar con tu hijo: Cuando el pequeño este calmado siéntate hablar con el y dile que tu papel como padre o madre de familia es muy importante y que quieres que sea un niño educado para cuando sea mayor. Intenta hacerle ver que todo lo que haces es por su bien, y por enseñarle que en la vida existen determinados valores que quieres que conozca como la generosidad o la responsabilidad.
  4. Ignora la conducta de los niños desobedientes: Cuando los niños desobedientes se enrabietan con algo o tienen una conducta negativa, lo hacen para llamar la atención de los padres porque quieren conseguir algo. El ignorar este tipo de conductas, hará que el niño se dé cuenta de que se ponga como se ponga no va a conseguir lo que quiere, por lo que, aprenderá a retractarse y dejará de hacerlo por que se dará cuenta que no gana nada.
  5. Consecuencias de la conducta de los niños desobedientes: Cuando el niño se porte mal establece una consecuencia a sus conducta de desobediencia, hacer la cama, recoger los juguetes, ayudar a recoger en casa…También funciona como consecuencia natural que no pueda acceder a  algo que le guste mucho, la consola, su peluche favorito, las chuches, hasta que realice sus obligaciones.Poco a poco el pequeño aprenderá que si se porta mal no podrá jugar y tendrá que hacer sus responsabilidades en primer lugar, y por ello ira cambiando su comportamiento a medida que pase el tiempo.

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Santiago Cid Paz Psicólogo Clínico, orientación cognitivo-conductual. Licenciado en la Universidad Pontifica de Salamanca con Master en Psicología Clínica y de la Salud en la Universidad Complutense de Madrid. Experto en EMDR nivel I por la Asociación Española EMDR. Especialista en tratamientos de ansiedad.

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