¿Qué es la claustrofobia?

Se trata de lo que en psicología llamamos una fobia simple o específica, al ser un miedo irracional a un estímulo o situación concreta. En este caso, la claustrofobia es el miedo irracional a los espacios cerrados o limitados (DSM-V, 2013). Es el temor a sentirme atrapado en un espacio cerrado, generalmente pequeño.

Las personas que sufren esta fobia, sienten ansiedad, miedo o pánico ante estas situaciones o al pensar en estar en ellas (anticipación negativa). Por eso, las personas que lo sufren evitan lugares como ascensores, habitaciones pequeñas sin ventana, cuevas túneles, resonancias, o medios de transporte como el avión.

Recordar que el miedo es un mecanismo muy útil para nuestra supervivencia, ya que la mente actúa como una alarma que nos avisa de los posibles peligros, y nos da recursos para hacer frente a las situaciones problemáticas . El problema está cuando la mente nos avisa de la supuesta amenaza aun cuándo racionalmente no sabemos si la situación es peligrosa de verdad. Por ello, solo con imaginarme la situación ya siento algo de malestar lo que me lleva a evitar exponerme directamente.

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¿Cuáles son las causas de la claustrofobia? ¿Por qué tengo claustrofobia?

Las fobias pueden ser aprendidas por un familiar o allegado que sufriera la misma o similar. Si desde pequeño observas que tus figuras de referencia evitan situaciones por miedo, aprenderás inconscientemente a evitarlos también.

O por aprendizaje traumático. Puede ser que en un primer ataque de pánico en una situación concreta, ese miedo se condicione o asocie a situaciones similares y por tanto se acaba tratando de una fobia. Por ejemplo, una persona que se quedó atrapada en un ascensor, esto supone una experiencia traumática que su mente difícilmente podrá olvidar.

Como variables personales influye sobre todo la necesidad de control, es decir, necesitar poder ejercer control ante los posibles peligros. Es el malestar que se siente por no tener seguridad total de yo podría controlar todos los peligros. Aunque racionalmente sepamos que es imposible tener el control total, nos podemos sentir amenazados si creemos que no tenemos el suficiente. Si esta tendencia se une al catastrofismo (pensar en que la peor de las consecuencias ocurrirá) la mente funcionará constantemente advirtiéndonos de peligros, y por consiguiente generando ansiedad.

Por último, puede existir una predisposición genética a sentir ansiedad. Aunque no es determinante, sí puede influir en su desarrollo.

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 ¿Cuáles son los síntomas de la claustrofobia?

Las fobias simples tienen una forma de expresión similar. En el caso de la claustrofobia se caracteriza por:

• Temor al estar en la situación de espacio cerrado o confinado.
• Anticipaciones negativas ante la posibilidad de sentirse encerrado (¿y si me encuentro encerrado y no puedo salir fácilmente?)
• Pensamientos catastrofistas acerca de la posibilidad de quedarse encerrado en ese lugar, con consecuencias fatales para la persona.
• Malestar subjetivo excesivo ante la situación fóbica.
• Síntomas fisiológicos: pulso acelerado, dificultad para respirar, sensación de mareo, visión borrosa, malestar estomacal, dolor de cabeza, adormecimiento de extremidades….
• Necesidad imperiosa de salir rápidamente de la situación. Esto hace que nada más entrar en la situación la persona esté pendiente de las posibles formas de salida, e hiperalerta a las señales de amenaza. La persona necesita huir inmediatamente al sentir malestar, y se encuentra mejor cuando sale al espacio abierto. Esto refuerza la conducta de huida y cada vez necesita salir con más urgencia.
• Evitación de este tipo de situaciones, cada vez se generaliza a más espacios. En un primer lugar, al evitar los espacios la persona se siente tranquila. El problema es que esta fobia se generaliza cada vez a más lugares, llegando a interferir seriamente en la vida de la persona. En ese punto, esta limitación produce frustración, rabia y tristeza.
• Este miedo es persistente (más de 6 meses)

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 Consecuencias de la claustrofobia

Esta fobia se caracteriza por la evitación como ha dicho. Normalmente la persona se ha acostumbrado a evitar lo que teme y con ello consigue hacer vida normal. El problema llega cuando por circunstancias ajenas deben pasar por la situación temida.

Por ejemplo, cuando debe ser sometido a una resonancia o cuando empieza a pensar en coger un avión. En estos casos es importante consultar a un especialista cuanto antes pues las terapias llevan su tiempo en la mayoría de los casos.

Es común que la claustrofobia se vaya generalizando, es decir, que empiece con una situación (ej: ascensor) y ocurra lo mismo en situaciones parecidas (ej: habitación cerrada).

A largo plazo, al dejar de hacer actividades agradables por temor a las situaciones que me encuentre, la claustrofobia puede derivar en síntomas depresivos, irritabilidad, tristeza. Además, la persona siente que no es capaz de manejarlo, y esto genera frustración, vergüenza y baja autoconfianza. En este punto cada vez es más difícil salir de la fobia por sí mismo.

 Tratamiento de la claustrofobia

En primer lugar, realizar una buena entrevista clínica resulta muy útil en estos casos. Pues se trata de indagar sobre todos los aspectos que influyen. Son importantes las variables personales, situacionales, y las históricas que han generado y mantenido el problema.

El tratamiento de la claustrofobia, como el de otras fobias específicas sobretodo se basa en exposición progresiva a lo temido en imaginación y en vivo. Antes de ello, se trabajan diferentes estrategias para afrontar la situación y llevar el malestar que genera.

Si te has sentido identificado con este artículo es porque seguramente sufras claustrofobia. Lo mejor es que acudas a un profesional especialista en ansiedad. No esperes a tener que afrontar una situación límite en la que tratarlo. Cuanto antes lo soluciones más fácil será la terapia y dará resultados en menos tiempo. En nuestro Centro de Psicología te informaremos sin compromiso sobre cómo funciona la terapia y las posibilidades de tratamiento.

Fuentes: Manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM-5), 2013.

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