Hipocondría y Coronavirus

Persona hipocondriaca preocupada por el coronavirus

 

¿Cómo coexisten la hipocondría y el coronavirus?

En anteriores entradas del blog hemos dado a conocer la hipocondría o trastorno de ansiedad por enfermedad caracterizado por una preocupación persistente ante la posibilidad o las consecuencias de enfermar, que aparece por la interpretación errónea de síntomas físicos como señal de enfermedad. La situación de pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 en que nos encontramos hace ya un año y de la que recibimos noticias a diario, permite que la hipocondría campe a sus anchas agravando el cuadro que ya presentaban algunas personas previamente, así como desencadenandola aparición de nuevos casos.

En mayor o menor medida, la situación ha generado sentimientos de incertidumbre, miedo y preocupación por la propia salud y la de otros, sobre todo la de aquellos que presentan factores de riesgo para un pronóstico negativo de la enfermedad, haciendo que muchas personas presten más atención a las reacciones de su cuerpo con el fin de detectar la presencia del virus.

 

¿Qué contribuye a la aparición de la hipocondría en tiempos de pandemia?

El miedo a la posibilidad de contagiarse en personas hipocondríacas es muy superior al de la población general. Como consecuencia del miedo al contagio por coronavirus, unido a la saturación de los servicios sanitarios, los largos períodos de aislamiento y las graves repercusiones a nivel socio económico, se ha producido un aumento del estrés y la ansiedadque favorece la aparición de interpretaciones hipocondríacas. En muchas personas esta activación ha desencadenado manifestaciones físicas (somatizaciones) y psicológicas (angustia, depresión, etc.), llegando incluso a expresar síntomas característicos de la enfermedad COVID-19 como fiebre, dolor de cabeza e incluso tos, a pesar de no estar contagiados.

 

¿Cómo se comporta el hipocondríaco ante el coronavirus?

La persona con hipocondría se muestra vigilante ante la posible aparición de síntomas auto observando de forma excesiva las funciones de su cuerpo, y en el caso de la COVID-19, miden con frecuencia su temperatura o su saturación de oxígeno, huelen o prueban cosas constantemente para comprobar que no han perdido el olfato o el gusto, etc. Al considerar estímulos relacionados con la salud como señal de enfermedad, como pueden ser molestias inespecíficas, dolores de cabeza intrascendentes, etc. se atiende en exceso tal estímulo reforzando así la ansiedad. La atención selectiva además provoca que la sensación del síntoma aumente, haciendo muy difícil centrarse en otras cosas de la vida diaria.

 

¿Cuál es el proceso por el que se mantiene la ansiedad ante la enfermedad?

En la hipocondría, ante una molestia o síntoma físico, se toma lo temido (la enfermedad) por cierto mientras no se demuestre lo contrario. Un síntoma que, a priori, puede ser inocuo, le vale al hipocondríaco como evidencia de enfermedad. Así, solo se sentirá tranquilo tras comprobar que el síntoma es inofensivo, aunque solo lo confirma para esa determinada circunstancia. Al seguir manifestándose el síntoma, puede llegar a desconfiar del diagnóstico, por lo que la preocupación persiste a pesar de las exploraciones y explicaciones medicas apropiadas. Confía poco en la capacidad de respuesta del sistema sanitario. Además, la dificultad para tolerar la incertidumbre sobre si tiene la enfermedad o no le mantiene cavilando con pensamientos del tipo «¿y si la enfermedad no estaba presente al realizarme las pruebas, pero ahora la he desarrollado?, ¿Y si un error médico ha impedido detectarla?, etc.», lo que conduce a hacer un uso compulsivo de las consultas médicas. Sin embargo, en ocasiones se expresa en una evitación fóbica de las pruebas médicas por miedo al diagnóstico. Y es que la evitación es un mecanismo aliviador de la ansiedad, a corto plazo, pero contribuye a mantener el miedo a largo plazo por no permitir que la ansiedad se agote ante la situación que la provoca.

 

¿Qué otros comportamientos contribuyen al mantenimiento de la ansiedad?

 

Las personas hipocondríacas en estos tiempos de pandemia dedican mucho tiempo a hablar del tema o a buscar información tranquilizadora y estar pendiente de las noticias que recibimos a diario, llegando a desinformarse por exceso de información. Tienden a aislarse por el temor de salir a la calle, abandonan actividades como el ejercicio físico y reducen sus interacciones a nivel social, lo cual contribuye a la sensación de estar enfermo. Todos estos comportamientos de búsqueda de seguridad producen un alivio temporal, resultando ineficaces a largo plazo por no exponerse a la situación temida.

 

¿Cómo se recomienda actuar?

 

Resulta recomendable en estos casos realizar actividades agradables que redirijan la atención y repercutan positivamente sobre el estado de ánimo, abandonar o tratar de posponer las conductas encaminadas a comprobar que no se está enfermo, así como cesar en la búsqueda de información o la exposición continua a noticias sobre la pandemia. De igual manera, no hay que evitar informar o solicitar ayuda si hay señales evidentes de la enfermedad. Así, explica la OMS que «las personas de cualquier edad que tengan fiebre o tos y además respiren con dificultad, sientan dolor u opresión en el pecho o tengan dificultades para hablar o moverse deben solicitar atención médica inmediatamente. Si es posible, se recomienda llamar primero al profesional sanitario o centro médico para que estos remitan al paciente al establecimiento sanitario adecuado.»

Santiago Cid Paz Psicólogo Clínico, orientación cognitivo-conductual. Licenciado en la Universidad Pontifica de Salamanca con Master en Psicología Clínica y de la Salud en la Universidad Complutense de Madrid. Experto en EMDR nivel I por la Asociación Española EMDR. Especialista en tratamientos de ansiedad.

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